Un hilo de viento gélido
se escurre por las fisuras
de una ventana añeja,
toca la piel blanca
que las cobijas dejan
al descubierto.
Esto provoca
un movimiento del cuerpo
que reposa una noche de excesos
donde nada quedo prohibido
y se dio rienda suelta
a los caprichos.
Su mano cae suavemente
esperando encontrar la piel
que arranco sus suspiros,
que hurgo en lo mas profundo
de aquello que se empeña
en esconder.
Un lugar vacío en la cama
es lo que hay y el frío
de la madrugada
que despabila
sus sentidos.
Afuera el día es gris
y no se ve por donde
pueda salir el sol,
debajo de la almohada
no hay nada y tampoco
lo hay en el buró de a lado.
Suspira al darse cuenta
que resulta inútil buscar
aquello que no encontrara,
la nota que diga la razón
de su partida.
El frío se deja sentir
con mayor fuerza,
pero no se compara
con el de la soledad,
aparece y toma
lo que no niega.
Es un circulo vicioso
que acepta sumisa
el alivio no llega,
nada de lo que diga
te hará cambiar.
***
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