miércoles, 6 de febrero de 2008

EL VIENTO.


Soplo con una fuerza que nunca había visto
oscureciendo el cielo que se iluminaba
efímeramente por el destello de los truenos.

La ventanas se abrieron violentamente
mientras se escuchaba el llanto de los cristales
que caían rotos y el ulular de la ráfaga.

La luz de los focos parpadeaba y de repente
partió dejándonos atónitos en medio de
los rezos de mi madre que me ponían nervioso.

Mire hacía afuera y los árboles lucían tan frágiles,
sus ramas y hojas se desprendían sin resistencia,
mientras la llovizna iba y venia incesantemente.

Por el aire surcaban ropas de todo tipo
que se liberaron de los tendederos y
parecían fantasmas en pleno festejo.

No repare en el tiempo que duro
y no fue sino hasta el otro día
que supimos de sus efectos.

Se hubiera llevado tu recuerdo
al igual que este pobre árbol
que arranco desde su raíz.

* * *

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